Gabriel Cruz Hay historias irrepetibles en la vida. La que trazó el pitcher Fernando Valenzuela aliado a una pelota y a un guante es incomparable. El Toro, mote que lo retrató sin recato, pobló de hazañas su andar en los diamantes. Bañado de gloria, rodeado de aplausos y admiración, la idolatría lo eligió y nunca lo abandonó. A los 20 años, Fernando apabulló al mundo de béisbol con la timidez que escondía a un monstruo, a un fenómeno que transformó para siempre la forma de ver la pelota caliente. Sin pudor, dibujó la línea que marcó un antes y un después en el llamado "Rey de los Deportes". Fue aún más lejos, impactando a una sociedad mexicana maltrecha, castigada, que encontró en él, a un héroe que le dio esperanza. La "Fernandomanía" no tendrá paralelo. Muchos peloteros cifraron su carrera con mejores números, los números que le han negado al Toro un lugar merecido en el Salón de la Fama, pero nadie tuvo el impacto social que el nacido en un pueblito de Sonora l...
La magia de la lucha libre, el beisbol y el boxeo, abordada desde la libertad del periodismo