Gabriel Cruz
Hay historias irrepetibles en la vida. La que trazó el pitcher Fernando Valenzuela aliado a una pelota y a un guante es incomparable.
El Toro, mote que lo retrató sin recato, pobló de hazañas su andar en los diamantes. Bañado de gloria, rodeado de aplausos y admiración, la idolatría lo eligió y nunca lo abandonó.
A los 20 años, Fernando apabulló al mundo de béisbol con la timidez que escondía a un monstruo, a un fenómeno que transformó para siempre la forma de ver la pelota caliente.
Sin pudor, dibujó la línea que marcó un antes y un después en el llamado "Rey de los Deportes". Fue aún más lejos, impactando a una sociedad mexicana maltrecha, castigada, que encontró en él, a un héroe que le dio esperanza.
La "Fernandomanía" no tendrá paralelo. Muchos peloteros cifraron su carrera con mejores números, los números que le han negado al Toro un lugar merecido en el Salón de la Fama, pero nadie tuvo el impacto social que el nacido en un pueblito de Sonora logró.
EL IMPACTO SOCIAL
Alrededor de un radio o un monitor en blanco y negro, Fernando reunió familias, cuando él lanzaba la nación se detenía, cuando él ponchaba, el pueblo era feliz, cuando él bateaba, su gente sonreía, cuando él ganaba, la vida era mejor.
Valenzuela reconcilió a miles de paisanos arrojados de sus hogares por los Dodgers para construir su estadio. Desde la lomita, El Toro los convenció, y desde entonces, los mexicanos de aquí y de allá, lo acompañaron, volvieron a ser visibles a través de él.
Desde el montículo, el tirabuzón de Valenzuela fue tan poderoso que no solo le dio victorias a los Dodgers, ofreció también una oportunidad a los mexicanos, que con pelota o sin ella, encontraron su sitio en un lugar que históricamente les pertenecía.
Han pasado 43 años desde que Fernando Valenzuela dobló a los Yankees para revivir a los Dodgers en la Serie Mundial. En unas horas más, las mismas novenas, en el mismo escenario, reeditarán esa batalla por el título de las Ligas Mayores.
Ahí estará el zurdo mexicano, listo para su primera apertura celestial, y en el Cerro Azul de Chavez Ravine, cuando se cante el playball, miles de fanáticos echarán una mirada al cielo para clamar un poco de la magia del ídolo que partió este 22 de octubre de 2024.
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